Rafael Gil, militar de Jerez de la Frontera - Me eché de menos

Me eché de menos. Y no lo digo por decir. Fui demasiado tiempo un vulgar sinónimo del verbo 'predecir', el homónimo más triste de la persona que una vez llegué a ser y en quien nunca pensaba volverme a convertir. No me atrevía a volver de nuevo a la izquierda del cero, ese certero agujero donde coroné los casi todo y los casi nada, donde había sido nadie y también el más capaz. Me olvidé de mí mismo. Una idea aterradora pero cierta, y eso que soy de los que adoran las puertas entreabiertas, pero me cerré la que daba acceso al mundo que había dejado atrás, tal vez para siempre.

Con el tiempo aprendí que las vendas no son de lino o algodón, no tienen tacto y no aprietan para tapar las heridas. Y entre tanta sobredosis de mentiras, necesitaba un poco de verdad. Y es que no hay certeza más veraz que curarse una cicatriz reabriendo la llaga y, en vez de contener la infección, sacar cada sucio recuerdo y cada ruin intento por volver a ser yo mismo para dejar ese vacío limpio esperando a llenarse de cosas que valgan la pena. Esperando a llenarse de ti. Yo que creía haber vivido todo lo que merecía ser contado, tú que creías haber sentido todo eso de lo que el mundo habla, los dos nos equivocamos. Hay un punto donde las cosas siempre empiezan de nuevo. Ahora tenemos las ganas de creer que todo es posible, que tú puedes ser tú sin mí pero yo no puedo ser nosotros sin ti. Ahora tenemos una vida o solo un segundo para echarnos de menos. Pero te he echado de menos, sin saberlo, todo el tiempo del mundo.

(Carta a la dirección publicada en 'El Periódico de Catalunya', 09/05/18)